miércoles, 22 de abril de 2015

Nombre de Guerra (7)

            - Katrina, es hora que te levantes. Vas a llegar tarde a clases.
-          - Ya voy má…solo cinco minutos más…
       - Cuales cinco minutos, ya es tarde! ¡LEVANTATE YA!

          Ruedo somnolienta hacia mi madre que me mira en la entrada de mi recamara con una taza de       café en las manos y caigo súbitamente de la cama.
Despierto de mi sueño y mi primer pensamiento es “mamá está muerta”. Levanto la cabeza y veo a Miranda acostada en el sillón de su oficina, yo me quede haciendo su papeleo y me quede dormida…vaya inicio de turno…ya son las 7 am… ya debería estar en clase… solo tengo una clase el dia de hoy y ya no alcanzo, Ishkra y Kiara seguramente  están haciendo su listado de preguntas de porque no fui.

No se si estaré haciendo lo correcto, o lo mas apropiado en esta situación. Probablemente debería renunciar e ir a McDonalds a trabajar de cajera por el 30% de salario que gano aquí en Libelula. Ok, no.

Me levanto del escritorio cuidadosamente para acomodar toda la papelería con la que estuve trabajando toda la noche y los pongo en la canasta de metal en la esquina de la mesa de trabajo, le escribo una nota a Miranda y la pego sobre los papeles para no despertarla, aunque este dormida puedo ver su cansancio. Me cuelgo mi mochila sobre mi hombro derecho y trato de escurrirme entre la pared y el escritorio pero la torpe de mi mochila tira la canasta con toda la papelería y despierta a Miranda.

-          Miranda, lo siento…ya me iba y sin querer… 
-          No te preocupes chiquilla…¿que hora es?. -
-          7:05 – Le digo mirando mi reloj de mano. – ¿Necesitas algo mas? Termine con los papeles… 
-          Estas loca. Ve a dormir, y duerme bien. La primera semana en el turno nocturno es una tortura para tu organismo. Prepárate para perder o subir unos kilos, que subirlos no te caería mal, estas mucho más delgada. 
-          Estoy bien… entonces me voy a casa. Nos vemos en la tarde…ah los papeles… 
-          Descansa. – Se levanta, mira los papeles en el piso y suspira. – Le llamare a alguien que me ayude a limpiar esto. – Sonríe y sale conmigo al pasillo.

Al salir al estacionamiento veo que cayo nieve toda la noche y mi auto está completamente cubierto, así que regreso por un limpia parabrisas y sal para derretir la nieve, entro al local nuevamente y Miranda esta hablando con una de las chicas del turno nocturno y su cara además de cansancio refleja otra cosa. 

-          Miranda, anoche nevó y... 
-          Si. - interrumpe y le  hace una seña al guardia que entra a a la bodega rápidamente. -  Kat… Pork noto tu ausencia ayer por la tarde… Claire dice que estuvo casi toda la noche aquí. – 
Esto ya no me gusta para nada.  ¿Qué rayos quiere ese malnacido? 

-          No debi decírtelo, vete a descansar. No te preocupes. Nosotros nos encargamos de eso. – Sonrie escondiendo su preocupación, saca el celular del bolsillo de su short y puedo ver como se aleja en el pasillo haciendo una llamada. 

Me quedo parada con los ojos abiertos como platos en pánico. Tranquila Katrina. En esta vida todo tiene solución, menos la muerte. Salgo al estacionamiento nuevamente y el guardia esta terminando con mi auto, es un hombre de unos cuarenta y tantos, no se su nombre, solo lo conozco de vista y nos limitamos a sonreírnos y decirnos buenos días y buenas tardes. Ahora las Gracias serán parte del nuevo vocabulario.

Llego a mi departamento y encuentro la contestadora con un mensaje. Le pico al Play:
“Kat, soy Ishkra… ¿Por qué no fuiste hoy? Bueno…luego me cuentas…veras hubo un incidente en uno de los laboratorios del edificio y se incendió la mitad de las aulas…el punto es que suspendieron las clase hasta nuevo aviso…”

Hace una pausa, estornuda y se dice Salud a ella misma.

 “…todos estamos bien, pero el profesor Carl…nos preguntó por ti…llámame en cuanto escuches este mensaje, cuando menos da señales de vida por favor. Kiara está bien también, adiós.”

Una cereza más al pastel, no puedo evitarlo y empiezo a hiperventilar.
Maldito cerdo desgraciado hijo de puta. Este malnacido ya me tiene en la mira. A ver Katrina, tienes un día libre. Intento calmarme, estoy en mi espacio donde nadie me puede encontrar. Lo mejor que puedo hacer es encender la cafetera y llenar la tina con agua muy caliente para relajarme con mi café y un cigarro. Paso mi día tranquila y bloqueando mis propios pensamientos. Abro mi laptop y escojo varias películas para verlas durante el día y mantener mi cabeza ocupada hasta que regrese al trabajo.
No tengo celular. Debería comprar  un celular. No soy una mujer que va de compras con sus amigas para probarse vestidos y preguntarles qué tipo de zapatos les va mejor. Pero si en algo tienen razón mis amigas es que no tengo manera de comunicarme con ellas, para emergencias obviamente. Me asomo por la ventana y noto que la nieve es más ligera, hay un centro comercial a cinco minutos de mi departamento…¿Cuánto cuesta un celular? Tengo un poco de dinero ahorrado, asi que tomare cien dólares, con eso debe alcanzarme para algo decente…o eso espero.  Solo quiero estar más en contacto con mis amigas. Después de todo lo que me ayudan es lo mínimo que puedo hacer por ellas.
Como soy una mujer muy ahorradora me pongo la misma playera del uniforme de trabajo para evitar ensuciar otra blusa limpia, unos jeans y una chamarra que me regalo mi mama en alguna navidad. Mama siempre pensaba en el clima y esta chamarra en color turquesa tenia tela abrigadora por dentro y aislante por fuera. Es ligera y caliente. Perfecta y mi favorita.
Tenía muchísimo tiempo que no venía al centro comercial, la gente es demasiado feliz y positiva aquí. Enfocate Katrina…solo vienes por un celular… uh…esos boxers de encaje negro son lindos…. Wow. Soy una mujer después de todo, creo que es instinto. Anda Katrina, ¿Cuándo fue la ultima vez que te compraste algo para ti? Algo lindo y femenino. No puedo ni siquiera recordarlo.  Entro a la tienda de lencería y siento el rostro rojo de vergüenza, pero solo hay mujeres como yo dentro de la tienda. Respiro. Boxers Kat. 

-          Uh, disculpe quiero saber qué precio tienen los bóxer negros. – Le señalo a la señorita con el dedo. 
-          Todas quieren esos en especial este día. Los tenemos en rebaja. De 10 dólares  a tres. – La empleada luce cansada. 
-          Oh, genial. Me los llevo. Talla mediana por favor. – Solo tres dólares menos para mi celular. 

La mujer se agacha y abre un cajón lleno de los mismos bóxer del aparador. Escoge unos, los envuelve en papel china y los mete en una bolsita morada de cartón. Le pago y salgo de la tienda. Ahora mi celular.
Me paro enfrente de la tienda y busco donde puedo comprar mi celular, y cuando encuentro el local voy hacia él decidida. Me siento bien. Me siento femenina por haberme comprado calzones. En la tienda de celulares hay muchos aparadores con cientos de aparatos dentro y me siento abrumada. Entre la gente dentro hay una señora con un niño de unos 3 años corriendo y gritando por todo el lugar, de solo verlo me siento un poco irritada. La mujer exhausta solo trata de calmar al niño con palabras y parece que estas se estrellan contra todo menos los oídos del pequeño.  Uno de los trabajadores llama a la mujer y esta no sabe qué hacer, si atenderlo a él o al niño, toma al niño de la mano y lo jala hacia ella y este comienza a llorar haciendo a la tienda entera voltear hacia ella. 

Me acerco a los mostradores para ver mis opciones basadas en mi presupuesto de 97 dólares para un celular mientras escucho al pequeño atrás de mi llorar por su libertad. 

-¡NO! – Grita la madre que me hace reaccionar y voltear a verla.

El pequeño se le había escapado y ahora venía corriendo hacia mi a toda velocidad, yo solo me preparo para recibir el impacto. Pero solo paso a mi lado y me arranco mi bolsita morada de las manos rompiendo los cordones y haciendo volar mi compra. Genial. Ahora todos saben que compre lencería sensual.
Veo lentamente como caen suavemente, prácticamente pareciera que un angel juega con ellos entre el papel china y siento inmediatamente como me sube la sangre a la cabeza. Cuando caen finalmente al suelo me agacho rápidamente para recogerlos pero el niño es mas audaz que yo, me los arrebata nuevamente y corre al final de la tienda seguido por su histérica madre y veo como se estrella en las piernas de un hombre, probablemente su padre.
 Ya. Es todo. Me largo. Es por estas cosas que nunca vengo al centro comercial. Se que nadie me está prestando atención a mí, pero puedo sentir una que otra mirada puesta en mí. Me doy la media vuelta y salgo disparada de la tienda hacia el estacionamiento  cuando de repente siento que una mano me toma del brazo y me hace voltear. 

-          Creo que esto es suyo señorita. – Me dice un hombre extendiéndome una bolita de encaje negro. 
-          No…digo…si…gracias. – Se lo arrebato rápidamente de las manos sin voltearlo a ver a la cara. Puedo observar un tatuaje en forma de llama que se asoma por la manga de su camisa y un anillo plateado con flamas grabadas en el dedo índice. 
-          No se avergüence. Todos usamos ropa interior. – Me dice en tono de burla y yo sigo sin verlo a la cara. 
-          Creo que si…gracias. – Me doy la vuelta y camino apenada. 
-          Leo. – Dice bruscamente. Quiero seguir caminando pero no se a que se refiere y mi curiosidad me mata. 
-          ¿Disculpa?.- Le pregunto y me animo a voltear a verlo bien. Oh Dios.  
-          Mi nombre es Leonardo. Puedes decirme Leo. – Responde. No suelo ir observando hombres por la vida, pero sin duda Leo es la clase de hombre que  muchas voltean a ver. - ¿Y usted como se llama? O debo llamarla señorita boxer de encaje negro. 
-          No por favor. – Me quedo atónita ante su porte. – Kat…Katrina. – Entonces es cuando decido estudiarlo.

Leonardo, no más de 30 años. Alto y grande. Bien podría disfrazarse de vikingo en Halloween y le quedaría perfecto. Tiene el cabello mas largo y bonito que yo, le llega al abdomen con sus ondas perfectas, le enmarca su masculino rostro con ojos cafes, nariz perfectamente afilada y labios ligeramente rellenos que me sonríen como comercial de pasta de dientes. Claro, sus dentadura es perfecta. Esta ultima enmarcada por una barba crecida de minimo una semana.
Claramente es un hombre saludable, tiene musculos pero no son lo suficientemente grandes para llegar a lo exagerado, obviamente debajo de esa camisa negra fajada en sus jeans me imagino un abdomen de piedra. Wow…soy mujer después de todo.


-Katrina…nos volveremos a ver. – Sonrie y me guiña un ojo y se va.



Yo solo me quedo parada viendo como se aleja su perfecto ser.