- Katrina, es hora que te levantes. Vas a
llegar tarde a clases.
- - Ya voy má…solo cinco minutos más…
- Cuales cinco minutos, ya es tarde!
¡LEVANTATE YA!
Ruedo
somnolienta hacia mi madre que me mira en la entrada de mi recamara con una
taza de café en las manos y caigo súbitamente de la cama.
Despierto
de mi sueño y mi primer pensamiento es “mamá está muerta”. Levanto la cabeza y
veo a Miranda acostada en el sillón de su oficina, yo me quede haciendo su
papeleo y me quede dormida…vaya inicio de turno…ya son las 7 am… ya debería
estar en clase… solo tengo una clase el dia de hoy y ya no alcanzo, Ishkra y
Kiara seguramente están haciendo su
listado de preguntas de porque no fui.
No
se si estaré haciendo lo correcto, o lo mas apropiado en esta situación.
Probablemente debería renunciar e ir a McDonalds a trabajar de cajera por el
30% de salario que gano aquí en Libelula.
Ok, no.
Me
levanto del escritorio cuidadosamente para acomodar toda la papelería con la
que estuve trabajando toda la noche y los pongo en la canasta de metal en la
esquina de la mesa de trabajo, le escribo una nota a Miranda y la pego sobre
los papeles para no despertarla, aunque este dormida puedo ver su cansancio. Me
cuelgo mi mochila sobre mi hombro derecho y trato de escurrirme entre la pared
y el escritorio pero la torpe de mi mochila tira la canasta con toda la
papelería y despierta a Miranda.
-
Miranda, lo siento…ya me iba y sin querer…
-
No te preocupes chiquilla…¿que hora es?. -
-
7:05 – Le digo mirando mi reloj de mano. –
¿Necesitas algo mas? Termine con los papeles…
-
Estas loca. Ve a dormir, y duerme bien. La
primera semana en el turno nocturno es una tortura para tu organismo. Prepárate
para perder o subir unos kilos, que subirlos no te caería mal, estas mucho más
delgada.
-
Estoy bien… entonces me voy a casa. Nos
vemos en la tarde…ah los papeles…
-
Descansa. – Se levanta, mira los papeles en
el piso y suspira. – Le llamare a alguien que me ayude a limpiar esto. – Sonríe
y sale conmigo al pasillo.
Al
salir al estacionamiento veo que cayo nieve toda la noche y mi auto está
completamente cubierto, así que regreso por un limpia parabrisas y sal para
derretir la nieve, entro al local nuevamente y Miranda esta hablando con una de
las chicas del turno nocturno y su cara además de cansancio refleja otra cosa.
-
Miranda, anoche nevó y...
-
Si. - interrumpe y le hace una seña al guardia que entra a a la
bodega rápidamente. - Kat… Pork noto tu ausencia ayer por la tarde…
Claire dice que estuvo casi toda la noche aquí. –
Esto
ya no me gusta para nada. ¿Qué rayos
quiere ese malnacido?
-
No debi decírtelo, vete a descansar. No te
preocupes. Nosotros nos encargamos de eso. – Sonrie escondiendo su
preocupación, saca el celular del bolsillo de su short y puedo ver como se
aleja en el pasillo haciendo una llamada.
Me
quedo parada con los ojos abiertos como platos en pánico. Tranquila Katrina. En
esta vida todo tiene solución, menos la muerte. Salgo al estacionamiento
nuevamente y el guardia esta terminando con mi auto, es un hombre de unos
cuarenta y tantos, no se su nombre, solo lo conozco de vista y nos limitamos a
sonreírnos y decirnos buenos días y buenas tardes. Ahora las Gracias serán parte del nuevo
vocabulario.
Llego
a mi departamento y encuentro la contestadora con un mensaje. Le pico al Play:
“Kat, soy Ishkra… ¿Por qué no fuiste
hoy? Bueno…luego me cuentas…veras hubo un incidente en uno de los laboratorios
del edificio y se incendió la mitad de las aulas…el punto es que suspendieron
las clase hasta nuevo aviso…”
Hace
una pausa, estornuda y se dice Salud a
ella misma.
“…todos
estamos bien, pero el profesor Carl…nos preguntó por ti…llámame en cuanto
escuches este mensaje, cuando menos da señales de vida por favor. Kiara está
bien también, adiós.”
Una
cereza más al pastel, no puedo evitarlo y empiezo a hiperventilar.
Maldito
cerdo desgraciado hijo de puta. Este malnacido ya me tiene en la mira. A ver
Katrina, tienes un día libre. Intento calmarme, estoy en mi espacio donde nadie
me puede encontrar. Lo mejor que puedo hacer es encender la cafetera y llenar
la tina con agua muy caliente para relajarme con mi café y un cigarro. Paso mi día
tranquila y bloqueando mis propios pensamientos. Abro mi laptop y escojo varias
películas para verlas durante el día y mantener mi cabeza ocupada hasta que
regrese al trabajo.
No tengo celular. Debería comprar un celular. No soy una mujer que va de
compras con sus amigas para probarse vestidos y preguntarles qué tipo de
zapatos les va mejor. Pero si en algo tienen razón mis amigas es que no tengo manera
de comunicarme con ellas, para emergencias obviamente. Me asomo por la ventana
y noto que la nieve es más ligera, hay un centro comercial a cinco minutos de
mi departamento…¿Cuánto cuesta un celular? Tengo un poco de dinero ahorrado,
asi que tomare cien dólares, con eso debe alcanzarme para algo decente…o eso
espero. Solo quiero estar más en
contacto con mis amigas. Después de todo lo que me ayudan es lo mínimo que
puedo hacer por ellas.
Como
soy una mujer muy ahorradora me pongo la misma playera del uniforme de trabajo
para evitar ensuciar otra blusa limpia, unos jeans y una chamarra que me regalo
mi mama en alguna navidad. Mama siempre pensaba en el clima y esta chamarra en
color turquesa tenia tela abrigadora por dentro y aislante por fuera. Es ligera
y caliente. Perfecta y mi favorita.
Tenía
muchísimo tiempo que no venía al centro comercial, la gente es demasiado feliz y
positiva aquí. Enfocate Katrina…solo vienes por un celular… uh…esos boxers de encaje negro son lindos….
Wow. Soy una mujer después de todo, creo que es instinto. Anda Katrina, ¿Cuándo
fue la ultima vez que te compraste algo para ti? Algo lindo y femenino. No
puedo ni siquiera recordarlo. Entro a la
tienda de lencería y siento el rostro rojo de vergüenza, pero solo hay mujeres
como yo dentro de la tienda. Respiro. Boxers
Kat.
-
Uh, disculpe quiero saber qué precio tienen
los bóxer negros. – Le señalo a la señorita con el dedo.
-
Todas quieren esos en especial este día.
Los tenemos en rebaja. De 10 dólares a
tres. – La empleada luce cansada.
-
Oh, genial. Me los llevo. Talla mediana por
favor. – Solo tres dólares menos para mi celular.
La
mujer se agacha y abre un cajón lleno de los mismos bóxer del aparador. Escoge
unos, los envuelve en papel china y los mete en una bolsita morada de cartón.
Le pago y salgo de la tienda. Ahora mi celular.
Me
paro enfrente de la tienda y busco donde puedo comprar mi celular, y cuando
encuentro el local voy hacia él decidida. Me siento bien. Me siento femenina
por haberme comprado calzones. En la tienda de celulares hay muchos aparadores
con cientos de aparatos dentro y me siento abrumada. Entre la gente dentro hay
una señora con un niño de unos 3 años corriendo y gritando por todo el lugar,
de solo verlo me siento un poco irritada. La mujer exhausta solo trata de calmar
al niño con palabras y parece que estas se estrellan contra todo menos los oídos
del pequeño. Uno de los trabajadores
llama a la mujer y esta no sabe qué hacer, si atenderlo a él o al niño, toma al
niño de la mano y lo jala hacia ella y este comienza a llorar haciendo a la
tienda entera voltear hacia ella.
Me
acerco a los mostradores para ver mis opciones basadas en mi presupuesto de 97 dólares
para un celular mientras escucho al pequeño atrás de mi llorar por su libertad.
-¡NO!
– Grita la madre que me hace reaccionar y voltear a verla.
El pequeño se le había escapado
y ahora venía corriendo hacia mi a toda velocidad, yo solo me preparo para
recibir el impacto. Pero solo paso a mi lado y me arranco mi bolsita morada de
las manos rompiendo los cordones y haciendo volar mi compra. Genial. Ahora
todos saben que compre lencería sensual.
Veo lentamente como caen
suavemente, prácticamente pareciera que un angel juega con ellos entre el papel
china y siento inmediatamente como me sube la sangre a la cabeza. Cuando caen
finalmente al suelo me agacho rápidamente para recogerlos pero el niño es mas
audaz que yo, me los arrebata nuevamente y corre al final de la tienda seguido
por su histérica madre y veo como se estrella en las piernas de un hombre,
probablemente su padre.
Ya. Es todo. Me largo. Es por estas cosas que
nunca vengo al centro comercial. Se que nadie me está prestando atención a mí,
pero puedo sentir una que otra mirada puesta en mí. Me doy la media vuelta y
salgo disparada de la tienda hacia el estacionamiento cuando de repente siento que una mano me toma
del brazo y me hace voltear.
-
Creo que esto es suyo señorita. – Me dice
un hombre extendiéndome una bolita de encaje negro.
-
No…digo…si…gracias. – Se lo arrebato rápidamente
de las manos sin voltearlo a ver a la cara. Puedo observar un tatuaje en forma
de llama que se asoma por la manga de su camisa y un anillo plateado con flamas
grabadas en el dedo índice.
-
No se avergüence. Todos usamos ropa
interior. – Me dice en tono de burla y yo sigo sin verlo a la cara.
-
Creo que si…gracias. – Me doy la vuelta y
camino apenada.
-
Leo. – Dice bruscamente. Quiero seguir
caminando pero no se a que se refiere y mi curiosidad me mata.
-
¿Disculpa?.- Le pregunto y me animo a
voltear a verlo bien. Oh Dios.
-
Mi nombre es Leonardo. Puedes decirme Leo. –
Responde. No suelo ir observando hombres por la vida, pero sin duda Leo es la
clase de hombre que muchas voltean a
ver. - ¿Y usted como se llama? O debo llamarla señorita boxer de encaje negro.
-
No por favor. – Me quedo atónita ante su
porte. – Kat…Katrina. – Entonces es cuando decido estudiarlo.
Leonardo,
no más de 30 años. Alto y grande. Bien podría disfrazarse de vikingo en Halloween
y le quedaría perfecto. Tiene el cabello mas largo y bonito que yo, le llega al
abdomen con sus ondas perfectas, le enmarca su masculino rostro con ojos cafes,
nariz perfectamente afilada y labios ligeramente rellenos que me sonríen como
comercial de pasta de dientes. Claro, sus dentadura es perfecta. Esta ultima
enmarcada por una barba crecida de minimo una semana.
Claramente
es un hombre saludable, tiene musculos pero no son lo suficientemente grandes
para llegar a lo exagerado, obviamente debajo de esa camisa negra fajada en sus
jeans me imagino un abdomen de piedra. Wow…soy
mujer después de todo.
-Katrina…nos
volveremos a ver. – Sonrie y me guiña un ojo y se va.
Yo
solo me quedo parada viendo como se aleja su perfecto ser.