Me quedo congelada al ver
que uno de los clientes frecuentes de Libelula
es ahora mi profesor…probablemente tengo que verlo todos los días…
Me apresuro a sentarme
escogiendo un lugar al fondo del salón de clases, Ishkra y Kiara me miran desde
el frente con un signo de interrogación dibujado en el rostro y mirándose una a
la otra. Siempre me siento al frente debido a que no puedo ver muy bien y
siempre olvido mis lentes.
La clase termina por fin y
yo ni siquiera pude voltear a ver al profesor a la cara. Carl, ese es su nombre
real. Me apure a meter todo en mi vieja mochila pero al levantar la mirada para
abrir la puerta y me encuentro con los ojos de Carl y una sonrisa asquerosa que
no soporto.
-
Buenos días señorita… ¿Cuál es su nombre? –
Pregunta extendiendo su mano.
-
Ah..Katrina, señor.- Conteste y dude en
devolverle el saludo, pero negárselo solo levantaría sospechas con mis
compañeros. Sera mejor hacerme la loca.
-
Katrina…Espero esta noche y no se desvele
para que pueda llegar temprano el dia de mañana. – Este maldito claro que me
reconoció de una noche anterior.
-
No volverá a suceder señor.
-
Eso espero, que tenga una excelente jornada
laboral. – Me dice mientras rie burlonamente y se aleja. Ishkra y Kiara se
acercaron pero alcanzaron a escuchar aun lo de la jornada laboral.
-
¿Qué quiso decir con eso? – Pregunta Kiara
con sus enormes ojos café taladrándome la cabeza.
-
Um…no lo sé…este profesor parece ser muy
bromista. – Evado su pregunta.
-
Pues puede que sea muy bromista, pero huele
horrible. Tenemos que obsequiarle un set de baño en navidad. – Dice Ishkra
mientras frunce la cara en señal de asco.
-
Muero de hambre… ¿quieren ir a desayunar
algo? – Pregunta Kiara.
-
Si, a ver si ahora si nos acompañas
Katrina, siempre nos dejas solas. – Me reclama Ishkra diciéndome la pura
verdad.
-
Está bien, vamos… Tu invitas ¿verdad Kiara?
– Le digo mientras sonrio.
-
Claro, si no ¿para que las invit0? .
Abordamos el auto de
Kiara, un Camaro de lujo en color negro. El auto de mis sueños, tan lejano y cercano.
Sus padres se lo obsequiaron cuando salio de la preparatoria con mención
honorifica, y Kiara siempre se quejaba de que no era el que ella quería, Kiara
soñaba con un mini couper y en cambio sus padres le regalaron una bestia de
potencia. Pobre niña rica…algún dia tendré uno para mi solita.
Llegamos al desayunador a
unas cuadras de la facultad y nos sentamos para pedir nuestros respectivos
desayunos, Ishkra una malteada de chocolate, un plato de fruta y unos huevos
con tocino. La malteada de Kiara es de fresa, también fruta y un omelette de
queso y jamón. Para mí me pido una malteada, fruta y huevos revueltos con salsa
de tomate.
-
¿Qué te sucedió ahora Kat? Nunca pides
malteada de chocolate en el desayuno a menos que hayas tenido un mal día. – Los
gigantes ojos de Kiara se abren nuevamente para interrogarme.
-
Solo tuve una mala noche, casi no pude
dormir y pues necesito azúcar para despertar un poco más. – Le miento y tomo un
pedazo de pan tostado al centro de la mesa.
-
Te voy a regalar una cajita de té que toma
mi papa cuando no puede dormir. Son una maravilla. – Dice Ishkra alegremente
mientras recibe su malteada para darle un gran sorbo y sonríe satisfecha.
Ishkra y Kiara conversan y
ríen al ver pasar un apuesto muchacho y sonreírle a Ishkra. Dios, parecen
adolescentes de 12 años en veces, pero así las quiero, son las únicas amigas
verdaderas que tengo y me han ayudado muchísimo; aun así me siento culpable de
nunca haberles contado cual es mi manera de vivir, me avergüenza demasiado,
pero prometo algún día contarles. Me concentro en mi desayuno mientras ellas
siguen con su picara platica hasta que es hora de regresar a la facultad a
clases.
Al bajar del humilde auto
de Kiara veo al profesor Carl parado frente al edificio hablando por teléfono,
así que decido inventar un pretexto para regresar al auto unos minutos más.
-
Ah… Kiara, creo que mi calculadora quedo en
tu auto. – Le excuso. – Préstame las
llaves para ir a buscarla.
- - Claro, pero ¿para qué demonios sacaste la
calculadora en el auto Kat? Tu si que eres rara… - Me extiende las llaves
colgando de su pequeña torre Eiffel de
sus vacaciones en Paris. – No te vayas a robar mi auto eh, se cuanto lo
amas. – bromea.
-
Cariño, cuando eso suceda, tu misma me
estarás entregando los papeles a mi nombre. - bromeo mientras tomo las llaves y
miro de reojo al profesor Carl, pero este logra verme. Corro hacia el auto de
Kiara y abro la puerta para sumergirme entre los asientos de piel y hacer
tiempo unos minutos. Cuando creo que paso tiempo suficiente me levanto y cierro
la puerta, al dar la media vuelta esta Carl a mi lado.
- - Señorita Katrina, lindo auto. – Dice
mientras sonríe.- No sabía que le iba tan bien en Libelula.
- No es mio, es de mi compañera. Y no sé qué
es Libelula. – Miento.
-
No te hagas la inocente, que pude reconocer
tu trasero cuando estabas buscando sabra Dios que cosa dentro de ese auto.
– Se chupa los dientes y sonríe. –
Definitivamente las medias y el short plomo te van mucho mejor que esos viejos
jeans.
Me
quedo helada ante su desfachatez y descaro. No sé qué hacer. No sé si seguir
fingiendo demencia o de plano aceptarlo. Probablemente si finjo demencia me ira
a buscar al restaurant, y ahí si me tendrá en sus manos, así que decido
enfrentarlo.
-
Profesor, esa es parte de mi vida personal,
y creo que usted no tiene por qué faltarme al respeto. Además, cada quien se
gana la vida como se le pega la gana. La próxima vez que decida hacerme este
tipo de comentarios no respondo.
-
Calma pequeña, tienes carácter. Mis
propinas para ti serán más grandes. Te veo mañana temprano. Recuerda, no
llegues tarde.
Quedo
temblando de rabia mientras veo como camina tambaleándose por su gran tamaño.
Suspiro y camino al edificio pero me encuentro con Ishkra y Kiara con los ojos
abiertos como platos. Mierda, ya sé a dónde van este par con sus preguntas.
-
¿Cómo para que demonios se acerco el
profesor contigo Kat? Te escaneo el trasero completito cuando te agachaste en
el auto. – Dice Ishkra.
-
Solo quería advertirme que no llegara tarde
mañana. – Le digo mientras sigo mi camino y no me detengo.
-
Espera! Pero…eso ya te lo había dicho al
salir de la clase… no entiendo! ¿Te está molestando? Sabes…mi papa conoce muy
bien al director de la universidad y puedo decirle que te ayude con eso. – Dice
Kiara moviendo sus influencias.
-
Tranquila Kiara, solo me advirtió que no
llegara tarde nuevamente. Vamos a entrar, está comenzando a nevar y me congelo.
–
Las
clases transcurren y yo solo tengo en la cabeza la asquerosa sonrisa de Carl.
En una ciudad enorme como esta y me lo tengo que topar en la facultad, como mi
profesor… Cuando volteo a ver mi reloj, ya es hora de salir disparada y meterme
en mis medias de red y pequeños shorts. Vuelvo a mirar bien el reloj… tengo un
par de horas para ir a casa y relajarme un rato…
Para
mejorar la situación, mi auto no quiere encender. Tengo que abrir la cajuela
para darle unos golpecillos a la batería, y enciende como si nada le sucediera.
De camino a casa se me revuelve el estómago de solo pensar que puedo volver a
ver al profesor en mi trabajo… ¿Qué tal si le sugiero a Marty el uso de
antifaces?... No es tan mala idea…
Llego
a casa y la nieve está peor que nunca, esto parece tormenta. El trabajo está
del otro lado de la ciudad y mi pobre abrelatas no tolera el frio demasiado,
espero que en la próxima hora mejore un poco el clima. Tengo que correr para
entrar al edificio y subo las escaleras corriendo para calentarme un poco,
afortunadamente mi departamento es tibio y no necesito encender la calefacción…pero
un café siempre cae muy bien así que enciendo la cafetera y me pongo mis
pijamas aunque sea una hora, sirvo mi calientita taza de café y me hundo en mi
sofá cama para ver un poco de televisión, buscar alguna película y
desconectarme de mi vida. Una hora después mi café se enfrió, y yo despierto al
sonido de mi alarma…me quede dormida. Tomo un cambio de ropa interior limpia y
abro la regadera para que comience a salir agua caliente, cuando el baño este
lleno de vapor es momento de entrar a bañarme, el agua esta tan caliente que un
poco más y quema, pero más fría y me congelo así que prefiero aguantar. ¿Que
habré hecho en mi vida pasada para que esto me pase a mí solamente? Perdí a mis
padres, me echaron a patadas del hogar donde crecí dejando atrás mis hermosos
recuerdos de la infancia, me quede en la ruina económicamente por lo que caí en
un trabajo del cual me avergüenzo y para colmo uno de mis profesores es cliente
frecuente…Solo espero poder terminar pronto la universidad e irme muy lejos
para empezar nuevamente.
Oh
si…los antifaces, debo reunir a las chicas para proponerlo a mi Marty.
Probablemente sea mejor solo cambiar de turno… Eso quiere decir irme al turno
nocturno, donde las chicas ya dan otro tipo de servicios por su propia
voluntad…No lo sé, me siento aterrada…quizá debo platicarlo con Miranda.
Entro
Libélula y busco a Mirada para
contarle mi situación. La veo en la cocina bebiendo una cerveza y revisando su
celular recargada en la pared.
-
Miranda, necesito hablar contigo… puede que
este en un problema y no se que hacer.- La interrumpo y voltea a verme con la
mirada asustada.
-
¿Estas bien? Nunca te había visto tan
preocupada.
-
Si, lo que pasa es que uno de los clientes…
-
¿Se propaso contigo? – Cierra de golpe su
celular tomándose personal el asunto.
-
No…aun… es uno de mis profesores de la
facultad, anoche estuvo aquí y hoy en la mañana me reconoció en clase, me dejo
muy en claro que me vio trabajando aquí entre otras intenciones. Quiero cambiar
de turno.
-
¿Quieres ir al turno nocturno? Tu sabes que es lo que sucede en ese turno,
claro… si tu no estas dispuesta…no haces nada. Nosotros no tenemos nada que ver
con el servicio que prestan las muchachas.
-
Creo que es la mejor opción, pero me
preocupa que los clientes piensen que yo estoy en la misma sintonía… - Meto las
manos a los bolsillos traseros de mis shorts.
-
Mira niña…te voy a decir la realidad.
Nosotros estamos conscientes de que algunas meseras se prestan como prostitutas
al terminar su turno. Al final del día, muchos clientes creen que nosotros
estamos detrás de esto. Lo único que nosotros podemos hacer es protegerte, te
descontamos un porcentaje de tu sueldo a cambio de un seguro que te proteja por
8 horas después de que tu turno haya terminado, en caso de que quieras ser
parte del negocio.
-
No. Yo solo quiero cambiar turno. No quiero
ser una prostituta.
-
Claro. No eres la única. ¿Has notado que
algunas chicas llevan un fino brazalete en color plata? Los clientes saben que
ese brazalete es para identificar a las que están dispuestas a prestar ese
“servicio”. Si tu no lo llevas, no te preocupes, no te lo van a insinuar. Debo advertirte, el ambiente nocturno es
mucho mas pesado y denso que el vespertino.
-
Entiendo perfectamente. Necesito empezar
ya.
-
Esta bien, esta bien. No te desesperes…
pero una pregunta…¿Quién es ese cliente profesor tuyo?
-
Su nombre es Carl, un hombre obeso, calvo y
maloliente…
-
Carl Pork… Tomaste la mejor decisión, ese
hombre nunca ha tocado a las chicas, pero siempre las molesta con sus sucias
palabras, desgraciadamente no podemos hecharlo ya que no se ha “sobrepasado”
con ninguna de ustedes. Tranquila, puedes empezar hoy mismo. Mientras
tengo un papeleo que hacer, ¿que te
parece si me auxilias con eso? Te lo cuento como horas extras.
-
Miranda, te estas ganando el cielo… - Le
digo agradecida.
-
Te queremos Kat, sabemos lo que estas
luchando para salir adelante. Solo queremos ayudarte.
Pasa a mi oficina, en unos minutos te veo para darte el trabajo. Le avisare a Linda de tu nuevo turno.
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