lunes, 30 de marzo de 2015

Nombre de Guerra (6)

Me quedo congelada al ver que uno de los clientes frecuentes de Libelula es ahora mi profesor…probablemente tengo que verlo todos los días…

Me apresuro a sentarme escogiendo un lugar al fondo del salón de clases, Ishkra y Kiara me miran desde el frente con un signo de interrogación dibujado en el rostro y mirándose una a la otra. Siempre me siento al frente debido a que no puedo ver muy bien y siempre olvido mis lentes.

La clase termina por fin y yo ni siquiera pude voltear a ver al profesor a la cara. Carl, ese es su nombre real. Me apure a meter todo en mi vieja mochila pero al levantar la mirada para abrir la puerta y me encuentro con los ojos de Carl y una sonrisa asquerosa que no soporto.
-          Buenos días señorita… ¿Cuál es su nombre? – Pregunta extendiendo su mano.
-          Ah..Katrina, señor.- Conteste y dude en devolverle el saludo, pero negárselo solo levantaría sospechas con mis compañeros. Sera mejor hacerme la loca.
-          Katrina…Espero esta noche y no se desvele para que pueda llegar temprano el dia de mañana. – Este maldito claro que me reconoció de una noche anterior.
-          No volverá a suceder señor.
-          Eso espero, que tenga una excelente jornada laboral. – Me dice mientras rie burlonamente y se aleja. Ishkra y Kiara se acercaron pero alcanzaron a escuchar aun lo de la jornada laboral.
-          ¿Qué quiso decir con eso? – Pregunta Kiara con sus enormes ojos café taladrándome la cabeza. 
-          Um…no lo sé…este profesor parece ser muy bromista. – Evado su pregunta.
-          Pues puede que sea muy bromista, pero huele horrible. Tenemos que obsequiarle un set de baño en navidad. – Dice Ishkra mientras frunce la cara en señal de asco. 
-          Muero de hambre… ¿quieren ir a desayunar algo? – Pregunta Kiara. 
-          Si, a ver si ahora si nos acompañas Katrina, siempre nos dejas solas. – Me reclama Ishkra diciéndome la pura verdad. 
-          Está bien, vamos… Tu invitas ¿verdad Kiara? – Le digo mientras sonrio.
-          Claro, si no ¿para que las invit0? . 

         Abordamos el auto de Kiara, un Camaro de lujo en color negro. El auto de mis sueños, tan lejano y cercano. Sus padres se lo obsequiaron cuando salio de la preparatoria con mención honorifica, y Kiara siempre se quejaba de que no era el que ella quería, Kiara soñaba con un mini couper y en cambio sus padres le regalaron una bestia de potencia. Pobre niña rica…algún dia tendré uno para mi solita.
Llegamos al desayunador a unas cuadras de la facultad y nos sentamos para pedir nuestros respectivos desayunos, Ishkra una malteada de chocolate, un plato de fruta y unos huevos con tocino. La malteada de Kiara es de fresa, también fruta y un omelette de queso y jamón. Para mí me pido una malteada, fruta y huevos revueltos con salsa de tomate. 

-          ¿Qué te sucedió ahora Kat? Nunca pides malteada de chocolate en el desayuno a menos que hayas tenido un mal día. – Los gigantes ojos de Kiara se abren nuevamente para interrogarme. 
-          Solo tuve una mala noche, casi no pude dormir y pues necesito azúcar para despertar un poco más. – Le miento y tomo un pedazo de pan tostado al centro de la mesa. 
-          Te voy a regalar una cajita de té que toma mi papa cuando no puede dormir. Son una maravilla. – Dice Ishkra alegremente mientras recibe su malteada para darle un gran sorbo y sonríe satisfecha. 

Ishkra y Kiara conversan y ríen al ver pasar un apuesto muchacho y sonreírle a Ishkra. Dios, parecen adolescentes de 12 años en veces, pero así las quiero, son las únicas amigas verdaderas que tengo y me han ayudado muchísimo; aun así me siento culpable de nunca haberles contado cual es mi manera de vivir, me avergüenza demasiado, pero prometo algún día contarles. Me concentro en mi desayuno mientras ellas siguen con su picara platica hasta que es hora de regresar a la facultad a clases.

Al bajar del humilde auto de Kiara veo al profesor Carl parado frente al edificio hablando por teléfono, así que decido inventar un pretexto para regresar al auto unos minutos más. 

-          Ah… Kiara, creo que mi calculadora quedo en tu auto.  – Le excuso. – Préstame las llaves para ir a buscarla.
-       -      Claro, pero ¿para qué demonios sacaste la calculadora en el auto Kat? Tu si que eres rara… - Me extiende las llaves colgando de su pequeña torre Eiffel de  sus vacaciones en Paris. – No te vayas a robar mi auto eh, se cuanto lo amas. – bromea.
-          Cariño, cuando eso suceda, tu misma me estarás entregando los papeles a mi nombre. - bromeo mientras tomo las llaves y miro de reojo al profesor Carl, pero este logra verme. Corro hacia el auto de Kiara y abro la puerta para sumergirme entre los asientos de piel y hacer tiempo unos minutos. Cuando creo que paso tiempo suficiente me levanto y cierro la puerta, al dar la media vuelta esta Carl a mi lado.

-         -         Señorita Katrina, lindo auto. – Dice mientras sonríe.- No sabía que le iba tan bien en Libelula.   
       -       No es mio, es de mi compañera. Y no sé qué es Libelula. – Miento. 
      -          No te hagas la inocente, que pude reconocer tu trasero cuando estabas buscando sabra Dios que cosa dentro de ese auto. –  Se chupa los dientes y sonríe. – Definitivamente las medias y el short plomo te van mucho mejor que esos viejos jeans. 

    Me quedo helada ante su desfachatez y descaro. No sé qué hacer. No sé si seguir fingiendo demencia o de plano aceptarlo. Probablemente si finjo demencia me ira a buscar al restaurant, y ahí si me tendrá en sus manos, así que decido enfrentarlo. 

     -          Profesor, esa es parte de mi vida personal, y creo que usted no tiene por qué faltarme al respeto. Además, cada quien se gana la vida como se le pega la gana. La próxima vez que decida hacerme este tipo de comentarios no respondo.  
     -          Calma pequeña, tienes carácter. Mis propinas para ti serán más grandes. Te veo mañana temprano. Recuerda, no llegues tarde.   
    

        Quedo temblando de rabia mientras veo como camina tambaleándose por su gran tamaño. Suspiro y camino al edificio pero me encuentro con Ishkra y Kiara con los ojos abiertos como platos. Mierda, ya sé a dónde van este par con sus preguntas. 

           -          ¿Cómo para que demonios se acerco el profesor contigo Kat? Te escaneo el trasero completito cuando te agachaste en el auto. – Dice Ishkra. 
                -          Solo quería advertirme que no llegara tarde mañana. – Le digo mientras sigo mi camino y no me detengo.  
         -          Espera! Pero…eso ya te lo había dicho al salir de la clase… no entiendo! ¿Te está molestando? Sabes…mi papa conoce muy bien al director de la universidad y puedo decirle que te ayude con eso. – Dice Kiara moviendo sus influencias.   
            -          Tranquila Kiara, solo me advirtió que no llegara tarde nuevamente. Vamos a entrar, está comenzando a nevar y me congelo. –

Las clases transcurren y yo solo tengo en la cabeza la asquerosa sonrisa de Carl. En una ciudad enorme como esta y me lo tengo que topar en la facultad, como mi profesor… Cuando volteo a ver mi reloj, ya es hora de salir disparada y meterme en mis medias de red y pequeños shorts. Vuelvo a mirar bien el reloj… tengo un par de horas para ir a casa y relajarme un rato…


Para mejorar la situación, mi auto no quiere encender. Tengo que abrir la cajuela para darle unos golpecillos a la batería, y enciende como si nada le sucediera. De camino a casa se me revuelve el estómago de solo pensar que puedo volver a ver al profesor en mi trabajo… ¿Qué tal si le sugiero a Marty el uso de antifaces?... No es tan mala idea…
Llego a casa y la nieve está peor que nunca, esto parece tormenta. El trabajo está del otro lado de la ciudad y mi pobre abrelatas no tolera el frio demasiado, espero que en la próxima hora mejore un poco el clima. Tengo que correr para entrar al edificio y subo las escaleras corriendo para calentarme un poco, afortunadamente mi departamento es tibio y no necesito encender la calefacción…pero un café siempre cae muy bien así que enciendo la cafetera y me pongo mis pijamas aunque sea una hora, sirvo mi calientita taza de café y me hundo en mi sofá cama para ver un poco de televisión, buscar alguna película y desconectarme de mi vida. Una hora después mi café se enfrió, y yo despierto al sonido de mi alarma…me quede dormida. Tomo un cambio de ropa interior limpia y abro la regadera para que comience a salir agua caliente, cuando el baño este lleno de vapor es momento de entrar a bañarme, el agua esta tan caliente que un poco más y quema, pero más fría y me congelo así que prefiero aguantar. ¿Que habré hecho en mi vida pasada para que esto me pase a mí solamente? Perdí a mis padres, me echaron a patadas del hogar donde crecí dejando atrás mis hermosos recuerdos de la infancia, me quede en la ruina económicamente por lo que caí en un trabajo del cual me avergüenzo y para colmo uno de mis profesores es cliente frecuente…Solo espero poder terminar pronto la universidad e irme muy lejos para empezar nuevamente.


Oh si…los antifaces, debo reunir a las chicas para proponerlo a mi Marty. Probablemente sea mejor solo cambiar de turno… Eso quiere decir irme al turno nocturno, donde las chicas ya dan otro tipo de servicios por su propia voluntad…No lo sé, me siento aterrada…quizá debo platicarlo con Miranda. 


Entro Libélula y busco a Mirada para contarle mi situación. La veo en la cocina bebiendo una cerveza y revisando su celular recargada en la pared.

-          Miranda, necesito hablar contigo… puede que este en un problema y no se que hacer.- La interrumpo y voltea a verme con la mirada asustada. 
-          ¿Estas bien? Nunca te había visto tan preocupada. 
-          Si, lo que pasa es que uno de los clientes…
-          ¿Se propaso contigo? – Cierra de golpe su celular tomándose personal el asunto. 
-          No…aun… es uno de mis profesores de la facultad, anoche estuvo aquí y hoy en la mañana me reconoció en clase, me dejo muy en claro que me vio trabajando aquí entre otras intenciones. Quiero cambiar de turno. 
-          ¿Quieres ir al turno nocturno?  Tu sabes que es lo que sucede en ese turno, claro… si tu no estas dispuesta…no haces nada. Nosotros no tenemos nada que ver con el servicio que prestan las muchachas.
-          Creo que es la mejor opción, pero me preocupa que los clientes piensen que yo estoy en la misma sintonía… - Meto las manos a los bolsillos traseros de mis shorts. 
-          Mira niña…te voy a decir la realidad. Nosotros estamos conscientes de que algunas meseras se prestan como prostitutas al terminar su turno. Al final del día, muchos clientes creen que nosotros estamos detrás de esto. Lo único que nosotros podemos hacer es protegerte, te descontamos un porcentaje de tu sueldo a cambio de un seguro que te proteja por 8 horas después de que tu turno haya terminado, en caso de que quieras ser parte del negocio. 
-          No. Yo solo quiero cambiar turno. No quiero ser una prostituta. 
-          Claro. No eres la única. ¿Has notado que algunas chicas llevan un fino brazalete en color plata? Los clientes saben que ese brazalete es para identificar a las que están dispuestas a prestar ese “servicio”. Si tu no lo llevas, no te preocupes, no te lo van a insinuar.  Debo advertirte, el ambiente nocturno es mucho mas pesado y denso que el vespertino. 
-          Entiendo perfectamente. Necesito empezar ya.   
-          Esta bien, esta bien. No te desesperes… pero una pregunta…¿Quién es ese cliente profesor tuyo? 
-          Su nombre es Carl, un hombre obeso, calvo y maloliente…
-          Carl Pork… Tomaste la mejor decisión, ese hombre nunca ha tocado a las chicas, pero siempre las molesta con sus sucias palabras, desgraciadamente no podemos hecharlo ya que no se ha “sobrepasado” con ninguna de ustedes. Tranquila, puedes empezar hoy mismo. Mientras tengo  un papeleo que hacer, ¿que te parece si me auxilias con eso? Te lo cuento como horas extras. 
-          Miranda, te estas ganando el cielo… - Le digo agradecida. 
-          Te queremos Kat, sabemos lo que estas luchando para salir adelante. Solo queremos ayudarte.


Pasa a mi oficina, en unos minutos te veo para darte el trabajo. Le avisare a Linda de tu nuevo turno. 

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