Cuando estuve lista para salir de la oficina, Linda me
entrego una pequeña llave.
- - Es para tu casillero. Si ya estas lista
podemos irnos.
- - Si, vamos.
Salimos del lugar pero no
vi ningún automóvil fuera estacionado. Así que asumí que tomaríamos un taxi. Al
llegar a la esquina doblamos hacia la derecha para detenernos frente a una
cortina de cochera, Linda saco un pequeño control remoto del bolsillo de su
saco y oprimió un botón. Automáticamente
el portón comenzó a subir y dejo al descubierto un automóvil nuevo en color
blanco. Estaba de frente listo para salir a la calle y note el emblema de un
caballo en la parte frontal. Mustang.
Subimos al automóvil y no
pude evitar notar el aroma a nuevo pero no quise hacer ningún comentario al
respecto, no quería parecer alguien que se impresiona fácilmente. Además el
auto podría ser del señor Marty, o de la compañía, dudaba que el sueldo de
Linda le permitiera darse esa clase de lujos.
- - Abrocha tu cinturón de seguridad por favor
Kat, no quiero una multa.
- - No te preocupes.
- - Vamos Kat, cuéntame algo. Dime que no eres así
de aburrida.
- - No he tenido días fáciles. Lo siento.
- - Bueno, está bien. Mientras llegamos te
preparare un poco para el ambiente en el que vas a entrar. El restaurant se
llama Libélula, y como ya te comento nuestro jefe, la mayoría de la clientela
es masculina, notaras un ambiente adulto debido a esto. También llegan mujeres
pero son pocas a comparación de los hombres.
Antes
de que te asustes y quieras salir corriendo, Libélula cuenta con otro tipo de
servicio además de Restaurant. Debido a que nuestros clientes lo comenzaron a
solicitar, después de la media noche ofrecemos otro tipo de servicio.
No
te preocupes, tu horario es de 7:00 pm a 11:30 pm. Ni siquiera notaras cuando el ambiente cambie. –
Detiene el auto en un semáforo y baja la visera para revisar su impecable
maquillaje.
- - Es decir, ¿se vuelve un prostíbulo? –
Pregunto tranquilamente alterada.
- - No exactamente. Sabía que me preguntarías eso.-
Sonríe y continua.- A partir de las 12:00 de la noche, nuestros clientes vienen
a hacer negocios con las chicas que trabajan como meseras en ese turno. Cuando
fueron contratadas sabían perfectamente lo que harían y absolutamente todas son
mayor de 21 años. Nosotros les pagamos su sueldo y los negocios que ellas hagan
con los clientes son completamente independientes a nosotros. Muchas veces solo
es un servicio de compañía para eventos. Se han dado pocos casos que los
clientes ofrecen dinero a cambio de sexo, lo único que nosotros les pedimos a
las chicas es saber dónde van a estar por razones de seguridad. Aun estas a
tiempo de arrepentirte si así lo deseas Kat.
- - Yo no quiero ser parte de ese turno solamente.
Si ustedes me garantizan que solamente me dedicare a atender mesas me quedo.
- -
Eres menor de edad Katrina, aunque nos
ruegues de rodillas que quieres hacerlo, simplemente te despediríamos. Además no sé si el señor Marty te lo explico
en la entrevista. El 95% de nuestros clientes son clientes frecuentes. Ellos
saben perfectamente que no tienen permitido tener otra clase de trato con las
chicas antes de las 12:00 de la noche. Simplemente hacer sus pedidos. Puedes
estar tranquila, te lo aseguro.
Hemos
tenido casos, obviamente, de clientes necios que se sobrepasaron con las chicas
y estos clientes ya no les hemos permitido la entrada nuevamente. Preferimos tener empleadas felices, así
trabajan felices y los clientes son felices. Simple lógica.
-
Está bien. De cualquier manera, tengo un
mes de prueba.
-
Así es niña, tú tranquila.
Estaciono el carro y
llegamos a Libélula. Sentí como el corazón se aceleró y mi estómago sintió una sensación
que no conocía. Bajamos del carro y note que había dos hombres corpulentos y
enormes, uno a cada lado de la entrada.
-
Buen día Jake y Tomas. – Saludo Linda
alegremente.
- Buenos días Linda.- Contestaron los dos al unísono e iluminaron
sus serios rostros con una sonrisa.
-
Les presento a Kat, ella es parte de
nuestro equipo ahora. Quiero que a ella le den un cuidado especial ya que es la
más pequeña de las chicas. Ya saben qué hacer si se quieren pasar de listos.
-
No se preocupe señorita, nosotros
cuidaremos de ella. Mucho gusto Kat.
- Buenas tardes, gusto en conocerlos. – Les extiendo
la mano para saludarlos.
-
Cuenta con nosotros para lo que necesites. Estaremos
aquí durante tu turno.
- Vamos Kat, aún tengo cosas que mostrarte. –
Dice Linda mientras mira el reloj con brillantes que cuelga de su delgada
muñeca.
Entramos al restaurant y
me detengo asombrada para observarlo detalladamente. Es enorme, lleno de mesas para distintos números
de comensales, las hay desde 2 personas, hasta 10. La decoración es
completamente masculina, elegante y sobria. Alrededor de 10 pantallas gigantes
y con una calidad de imagen impresionante, están colgadas estratégicamente para
verlas desde cualquier ángulo.
Alrededor de la mitad de
las mesas están ocupadas por hombres y muy pocas mujeres en trajes y corbatas.
Muchos de ellos se muestran serios y podría apostar que están haciendo negocios.
Algunos otros se enfocan en alguna pantalla y se emocionan al ver el partido
que se proyecta.
Una mesera pasa frente a
nosotras con una charola con tarros de cerveza y observo con mucho cuidado el
trato que le dan. Se acerca a la mesa y los clientes sin siquiera voltear a
verla se mueven ligeramente para darle paso y que pueda ponerles sus tarros
frente a ellos. La chica se aleja de la mesa y ni siquiera uno de los clientes
voltea la mirada hacia ella. Eso me
relaja un poco.
Linda avanza y la sigo. Al
fondo hay una puerta con el típico letrero de “Solo Personal Autorizado”. Entramos y seguimos por un largo
pasillo. Linda se detiene en medio de dos puertas a cada lado y me indica:
-
Muy bien chica, a mi izquierda están los
casilleros, el tuyo es el número 16. Al entrar a tu turno dejaras todas tus
pertenencias en el, y al salir las recogerás. – Me entrega una pequeña llave en
forma de libélula con dicho número grabado. – Al lado derecho tenemos el baño
de las chicas. Contamos con regadera si deseas tomar una ducha al llegar o
antes de irte. Como sabemos algunas chicas son estudiantes y sabemos que un
buen duchazo puede cambiar tu estado de ánimo. Ahora vamos a tu casillero para
que puedas dejar tus cosas, y pueda presentarte con Miranda, ella te entrenara durante este mes. Te espero aquí afuera, mientras le avisare al
jefe que ya estás aquí.
La
habitación de los casilleros es completamente distinta a la decoración del
restaurant. Es completamente femenina. Cuando Linda se refería a casilleros
imaginaba la clásica estructura de metal gris apilados unos contra otros.
En
realidad eran unas cajas de madera aproximadamente más de un metro de altas. Todas estaban pintadas de blanco y tenían una
sola puerta al frente y obviamente la libélula plateada del uniforme en la
esquina superior izquierda con el numero también en plateada. Una de las paredes era completamente de
espejo.
Eran
alrededor de 20 cajas. Frente a ellas había unos sillones en tonalidades lila y
turquesa donde podía uno sentarse mientras se cambia los zapatos. Me senté frente a mi espacio y metí la llave
de libélula para guardar mis pertenencias. Abrí la caja y lo primero que note
es el espejo en la puerta. Dentro de la caja había distintos estantes que podía
acomodar a mi conveniencia y hasta abajo un rack para los zapatos. Como sabía
que Linda me esperaba fuera, solo puse mi mochila sobre el rack y la volví a
cerrar con llave. Cuando salí Linda estaba
platicando con una mujer que estaba uniformada como yo.
-
Kat, ella es Miranda. Le estaba hablando de
ti. - Interrumpe Linda.
- Mucho gusto Kat, ¿o Katrina? ¿Cómo deseas
que te llame? – Me dice Miranda.
Una mujer notablemente mayor a Linda y a mí.
Tiene una piel morena clara y unos ojos café oscuro. Cabello lacio y castaño
que apenas y roza sus hombros, no es muy alta pero si es muy delgada.
-
Kat, está bien gracias. – Le conteste.
-
Excelente, ahora que ya se conocen debo
irme. Miranda, por favor envíame el reporte de horas extra de tus chicas. – Ah,
ósea que Miranda es mi jefa inmediata…
- No te preocupes Linda, ya tengo el archivo
listo para enviarlo.
- Perfecto. Mucha suerte Kat. Te dejo en
excelentes manos.- Me abraza, me sonríe y puedo ver en sus ojos un futuro no
tan gris.
-
Muchas gracias Linda. – Le agradezco y le
devuelvo su amable sonrisa.
-
Mantén esa sonrisa, pequeña. Estoy segura
que serás un éxito con los clientes.- Miranda exclama.
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