jueves, 12 de febrero de 2015

Nombre de Guerra (3)

  Nuevamente sentí una corriente de aire helado recorrer mi columna vertebral. ¿Por qué demonios me llamo muñeca? Tranquilízate Kat. Me quedo en silencio unos segundos.

       --  ¿Sigues ahí Kat? – pregunto el señor Marty.
      --   Uh…si… - Conteste.
     --    Creo que mi gesto amable no lo tomaste muy bien. Disculpa si llegue a       ofenderte.
-    No hay problema… ¿Cuándo empiezo? – Respiro aliviada. Un hombre como él no podría portarse así, o eso pensaba.
-          Hoy es Jueves…Nos vemos el Lunes para que inicies la semana. 6 de la tarde, así revisamos tu papelería. La dirección de correo que anotaste en tu aplicación… ¿puedo enviarte ahí la lista de documentación?
-          Sí.
-          Excelente. Nos vemos el Lunes Katrina. Descansa el fin de semana.

Cuelgo el auricular del teléfono y nuevamente me encuentro con la orden de desalojo. Ahora tengo que comenzar a empacar. No tengo a donde ir siquiera. Escucho el silbido del viento entrar por la ventana y puedo darme cuenta que la noche esta por caer, tomo mi abrigo y salgo a conseguir cajas de cartón para guardar las cosas. ¿Qué me voy a llevar?
Regreso con tres cajas grandes que conseguí en el minisúper que está a tres calles de casa. Peter, el dueño de la tienda era buen amigo de papá y también del dueño de la casa que ahora tenía que abandonar, así que estaba perfectamente enterado de mi situación actual.

-          Si necesitas ayuda con la mudanza, puedo ayudarte cargando mi camioneta, siento mucho todo lo que estás pasando Kat, tu padre y yo fuimos amigos desde la secundaria. Intente convencer a Ramón que te diera un poco más de tiempo para dejar la casa, pero uno de sus hijos se metió en problemas con la policía y le urge vender la casa.
-          Muchas gracias Peter. Por lo pronto no tengo a donde ir, así que solo comenzare a guardar mis cosas básicas. Dile al señor Ramón que espero que su hijo salga pronto de sus problemas y encuentre un buen comprador a la casa.
-          ¿Qué harás con la ropa de tu padre?... disculpa mi repentina pregunta…
-          No lo sé aun… probablemente donarla al asilo de ancianos. La ropa de mamá aun esta tal cual y como la dejo, papá nunca quiso siquiera guardarla así que puede que este maltratada. Quisiera llevarla conmigo pero no me sirve de nada. Solo guardare un par de prendas de ambos.
-          Haces bien pequeña. Así lo hubiera querido tu madre. Estaría muy orgullosa de ti. Lo está desde donde sea que este.
-          Gracias Peter. Siempre has sido como un tío para mí.

Mientras abro la puerta que da a la calle, la señora caldo de pollo se asoma por su ventana. Se acerca y ruego que no traiga otro sobre con malas noticias. Nunca puedo recordar su nombre… ¿Susana? ¿Silvya? ¿ Sylvana?...

-          Kat, ¿Cuándo te iras? – me pregunta tronándose los dedos.
-          Mañana en la noche.
-          ¿A dónde iras? Tengo entendido que tu única familia eran tus padres…
-          No lo sé aun… probablemente algún hotel en el centro.
-          No puedes ir a esos lugares. No tú sola. Están llenos de prostitutas y malandrines. Solo Dios sabe que pueda sucederte.
-          Es para lo único que me alcanza. – Comienzo a desesperarme. Sé muy bien a donde voy, maldita sea. No tengo dinero para un Holiday Inn.
-          Kat… tú sabes que yo siempre he estado sola. Quiero ayudarte…
-          Muchas gracias señora …
-          Sonia.-  “¡Sonia!
-          La verdad no quiero ser molestia para usted. Ya encontré un trabajo así que la     única manera que puedo quedarme con usted es que me acepte una renta mientras encuentro un lugar para mí.
-          Tu madre no hubiera querido que estuvieras sola. No es necesaria la renta.
-          Es la única manera que aceptaría quedarme con usted.
-          Está bien niña. Tú ganas. Vamos, te ayudo a empacar. Tengo un par de cajas más en el patio, ahora te alcanzo.

Entramos a casa y enciendo la luz de la sala de estar. Sonia se encarga de los pocas cosas en la cocina y yo me meto a mi recamara. Guardo todo lo que puedo con excepción de mi pijama, las sabanas en mi cama, y el portarretratos con la foto de mis padres y yo en mi cumpleaños 15. La ultima fotografía de mamá antes de que el cáncer se la llevara en 2 meses.
No sé cuánto tiempo ha pasado pero me siento tan cansada que no me doy cuenta cuando caí en mi cama y desperté con una frazada azul encima. Esta no es mía… probablemente Sonia me la puso encima antes de irse.
Sobre la barra en la cocina encuentro una nota:

“Kat, no quise despertarte. Te veo por la mañana o cuando despiertes. Las cosas de la cocina, sala y comedor ya están empacadas. Pasa a mi casa para  que desayunes algo”. Sonia.

Pero qué mujer tan eficiente. Termino tres habitaciones en un solo rato cuando yo apenas termine mi recamara. Sonia es una mujer de aproximadamente 48 años, con un rostro de angel acariciado por los dedos de Dios, cabellera castaña, larga y brillante y con un físico que ya deseaba yo tener. Nunca supe ni entendí como jamás supe de algún pretendiente de ella. 
Efectivamente la sala, cocina y comedor lucen tan solos que no puedo reconocer el lugar. Abandono mi hogar de infancia para ir a la casa de a lado. Sonia hizo su mejor esfuerzo para que el fin de semana fuera corto y menos triste, pero aun así, no quería que llegara el lunes. Jamás había trabajado en mi vida y ese empleo sonaba demasiado bueno. Pero tenía la ventaja que podría probar un mes… ¿verdad?
Cuando llego el momento de prepararme para mi nuevo trabajo me di cuenta de algo… ¿Dónde demonios está el dichoso restaurant? Estuve tan preocupada de conseguir un sustento económico que jamás pensé en preguntar dónde estaba  mi nuevo empleo. Tendré que llamarle a mi jefe.

-          Uh… ¿señor Marty? Buen día. Soy Katrina… sé que suena un poco tonto de mi parte pero…
-          Ven a mi oficina Kat. Mi asistente te llevara al restaurant después de proporcionarte un uniforme temporal. – El tipo leyó mi mente.

Esta vez no tome un taxi. Utilice el autobús aunque me llevara el doble de tiempo llegar. Tengo 20 dólares solamente, probablemente sin la ayuda de Sonia no tendría nada.  Durante la ruta camino cerré los ojos y me quede dormida por unos minutos, los cuales fueron suficientes para que un sueño el cual no tenía hace muchos años regresara. 
En la orilla de la playa yacía sentada en una silla de madera estilo victoriana, frente a mí una mesa hecha del mismo material y sobre esta un banquete delicioso, reía al sentir el viento revolver mi cabello mientras una conocida voz masculina me hablaba.
El delicado conductor del autobús decidió omitir el tope peatonal estremeciendo el transporte y regresándome a la realidad a tiempo para bajar en mi parada.  Entro a la minúscula oficina y ahí está la hermosa asistente de mi jefe trabajando en su laptop y su taza de té, tal cual y la había dejado la vez anterior. Me mira sobre el grueso armazón de sus lentes y sonríe como si estuviera viendo a Mickey Mouse.

-          ¡Katrina! ¡Estaba ansiosa esperándote! – Exalto.
-          Hola. Me informaron que tú me proporcionaras mi uniforme.
-          Te informaron bien. – Saca una cinta para tomar medidas corporales del cajón en su escritorio. –  Pasemos a la oficina del señor Marty. Te vas a quitar la ropa y …
-          ¿Qué? Quitar la ropa en la oficina con el señor…
-          No se encuentra, solo estamos tu y yo. Solo te quitaras tu sueter y gabardina, bufanda… tranquila.
-          Uh…perdón… - trate de lucir relajada pero señorita perfección noto mi alteración inmediata.
-          Adelante. – Me hizo un gesto amable para pasar a la oficina y me siguió.

Efectivamente la oficina estaba sola.

-          Puedes ir colocando tu ropa sobre el sofá. Linda gabardina por cierto.

Puse mi gabardina que mama me hizo dos años atrás, mi suéter y bufanda en el sillón indicado y me di la media vuelta para quedar de frente con la joven.

-          Levanta tus brazos. – Me rodeo con la cinta métrica el busto y note el dije que llevaba en su cuello. Linda.
-          Lindo dije por cierto. – Le comente.
-          Gracias, fue un obsequio del señor Marty por mi décimo aniversario trabajando para él. – Se voltea  y escribe en un bloc de notas 85 cm. Siguió tomando las medidas de mi cuerpo, cintura, cadera, brazos espalda y todo lo necesario para mi nuevo uniforme.
-          Vaya, es un jefe generoso. –
-          El señor Marty es un gran hombre. Sin el jamás hubiera podido concluir mis estudios, cuando me gradué tuve la oportunidad de irme de este empleo, pero fue cuando me ofreció ser su asistente personal y llevar su agenda de trabajo. Vaya Kat, tienes unas medidas perfectas 85-65-99. Tu uniforme de trabajo te dejara muy buenas propinas.

¿Qué? Esto ya me empieza a oler mal. Cálmate Katrina, no te anticipes.

-          Es todo, puedes volver a abrigarte. Iré a la bodega por tu uniforme temporal, si gustas puedes prepararte un café de la máquina de la recepción. Escuche que va a nevar esta tarde.
-          Gracias.
-          No eres una gran conversadora Katrina, no te preocupes. Conmigo nadie se resiste a tener una buena charla.
-          No he tenido un buen mes. Lo siento.
-          No te agobies, se cuál es tu situación. Qué valor el tuyo para salir después de lo que has pasado estos días.
-          ¿Cómo lo sabes?
-          Ese es mi trabajo muchacha, investigo a las nuevas candidatas. No queremos malas personas con nosotros. Espera en la recepción si eres tan amable. Tengo que hacer una llamada.

-          Claro. Con permiso.
Los dedos de mis manos duelen del frio que tengo. Entonces veo la máquina de café y brinco del sillón hacia ella. Tomo un vaso desechable y me encuentro en una difícil decisión ya que la maquina tiene más de diez sabores diferentes. Elijo Vanilla Latte y llena mi vaso con una espumosa y humeante consistencia de café. El aroma es delicioso. El sabor lo intensifica aún más. Regreso al sofá de la recepción a esperar que Linda termine su llamada y regrese con mi uniforme.  Minutos después sale con una bolsa de tintorería.

-          Muy bien pequeñuela, este es tu uniforme temporal, fue el más apropiado que encontré para tu cuerpo. Tenemos meseras de todas las tallas, el señor Marty no quiere estigmatizar su restaurante aún más.  Puedes pasar al baño a cambiarte, y nos vamos al restaurant. Allá tendrás tu casillero donde podrás dejar tus prendas antes de entrar a tu turno.
Entro al baño y primero saco el uniforme para desvestirme y vestirme rápidamente, la temperatura estaba comenzando a descender.  Que extraño. Solo es una playera negra estilo polo con una libélula bordada en hilos dorados. Me pareció muy lindo, pero… ¿solo una playera? Me encojo de hombros y saco la playera del gancho para encontrar unos minúsculos shorts en color plomo y acabado satin. También Estan unas medias de red en color negro.
¿Acaso quieren que me amputen las piernas cuando mueran de hipotermia? Una vez más me obligo a no juzgar. Necesito el dinero. Me visto rápidamente y salgo del baño para ver mi reflejo en el espejo de pared que se encuentra saliendo. Wow… me veo… bien.  Mis ojeras enmarcan el color avellana de mis ojos sin maquillaje alguno. Mi cabello lacio y oscuro es un desastre, como todos los días. El frio hacia que mis mejillas se sonrojaran como si me hubieran golpeado en cada una de ellas y el rojo contrasta aún más con lo pálido de mi piel. Y luego veo mis piernas dentro de esas medias y los botines de piel negra que me regalo la esposa de Peter de su último viaje a Nueva York. Katrina, te vez bien.

Vamos Kat. Tienes un nuevo empleo.

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